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HDT

Esta es una de esas direcciones que te hacen sentir privilegiada por conocerla y sobre todo por poder compartirla con todos aquellos para quienes el té y las infusiones son sus bebidas de cabecera. Está ubicada en una de las zonas más bonitas de Chamberí, la Plaza de Olavide (número 10), lo que ya la dota de un “charme” (que dirían los franceses) especial, y la tranquilidad y el sosiego que se respiran en dicha plaza parecen venir del interior de los cientos de botes y tarros que albergan un total de 160 clases de té, artesanales y seleccionados personalmente a lo largo y ancho del globo por la que a día de hoy creo que es la persona que más sabe en la capital acerca de esta bebida milenaria, Isabelle, a la que no puedo calificar más que de encantadora y gran profesional. 

Francesa de nacimiento, Isabelle aconseja a cada cliente acerca de la referencia que más puede necesitar, o que más le va a convenir y complacer en un momento determinado. Y es que cuando alguien siente pasión por el producto que vende, sabe transmitirlo al cliente y hacerle sentir único.

Como cabe esperar, la mezcla de aromas embriaga nada más entrar, y enseguida este rinconcito te hace sentir como en casa. La decoración también está muy cuidada: a los cientos de tarros dispuestos ordenadamente en baldas y estanterías de madera, como si de una botica antigua se tratase, se suman complementos, utensilios y preciosas piezas de menaje destinadas al consumo del té y a la puesta en escena de lo que para muchos es un auténtico ritual. 

Estos objetos de deseo no sólo forman parte del atrezzo, sino que también están a la venta o preparados en cestas para regalar: juegos de té, tazas, teteras, platillos, velas… Y como dicen que no es bueno beber con el estómago vacío, se pueden adquirir para acompañar chocolates, bombones, pastas, y dulces como macarons rellenos de cacao o “chupa-chups” de azúcar moreno para disolver en la bebida que nos ocupa. Y ojo, que Isabelle no sólo es una erudita del té, sino también del café, que despacha a granel y muele in situ. Yo me decanto por una variedad de té de vainilla que es de las pocas cosas que amansan a esta fierecilla que escribe.

Siento un cariño especial por este lugar porque fue uno de los primeros que decidí visitar cuando empezó toda esta locura, y su dueña una de las primeras personas en conocer mi proyecto. Este es mi pequeño homenaje e invitación a conocer este remanso de paz que tiene un “je ne sais quoi” que lo convierte en dirección obligada.

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