Hay sitios tan, tan femeninos y coquetos que en la puerta debería colgar un cartel de “prohibido entrar con novios, maridos o amantes” (y lo dice una completamente in love). Vailima es una de las direcciones que más ganas tenía de visitar ya que probablemente sea una de las más peculiares y con más encanto de Madrid. Se trata de un salón de té de estilo Belle Époque situado en pleno barrio de Salamanca, concretamente en la calle General Pardiñas, 54.
Lo descubrí una tarde de otoño, anticipadora de los fríos meses que se avecinaban, en una de esas merendolas que mi madre y yo hemos establecido como ritual obligatorio una vez por semana, algo de lo que me siento afortunada y orgullosa. Este pequeño y recoleto espacio te transporta directamente al París del siglo pasado. Recuerdo esa escena de la peli María Antonieta en la que Kirsten Dunst disfruta del dolce fare niente rodeada de pasteles y tartas maravillosas, y si bien Vailima no es un enorme salón palaciego, allí se respira el mismo charme que en las estancias que recorría la caprichosa reina de Francia.
La entrada es una minúscula tienda de té presidida por una lámpara de cristal y tazas colgantes (tienen más de 120 variedades de la prestigiosa firma francesa de tés Theodor y todos los utensilios y complementos necesarios para prepararlo y servirlo); y en el interior, tras unas cortinas de flores y un cartel que reza Le Salon, se accede al saloncito de té propiamente dicho, con nueve mesas por las que las fans de este lugar nos tendremos que pelear en los días de frío (aunque me temo que también de calor, ya que sólo hay que echar un vistazo a su carta de verano para derretirse: batidos de té o helado de chocolate guanaja…).
La decoración es santo y seña de Vailima y creo que si este lugar a alcanzado tal fama en la capital es por el gusto con el que está ambientado: tonos pastel, telas de rayas en rosa y blanco, flores, muebles de forja, cojines bordados, estanterías con detalles decorativos adquiridos en París por su dueña y esas lámparas de cristal que arrojan una luz muy tenue y cálida.
Destaca también el piano y sobre todo el gran mueble de madera con urnas de cristal que muestran la exquisita repostería francesa elaborada diariamente en un pequeño obrador a la vista del comensal: macarons, eclairs, pain aù chocolat, croissants, brioches… Pero también cupcakes, berlinesas, muffins, pastas de té, currant scones, sándwiches salados y sobre todo las tartas… Mi madre y yo acompañamos nuestro té de manzana y canela con macarons de chocolate y una tarta de zanahoria (Grandma Cake) de quitar el sentido.
Además Vailima organiza eventos a medida, de empresa o particulares (imaginaos organizar una merienda en casa con las amigas y disfrutar como niñas pequeñas de estos maravillosos dulces franceses). Algunos de sus productos también pueden adquirirse en su tienda online.
Me gusta y mucho este lugar proyectado por madre e hija, a las que me encantaría poder felicitar por su gusto exquisito y por tener en cuenta a todas las amantes de las cosas bonitas y las niñas grandes que se resisten a crecer y a renunciar a meriendas inolvidables con nuestra mami.
Deléitate y amplía información de Vailima en su página web.
Y si eres fanático de los salones de té, visita el post dedicado a Margó y sigue maravillándote…