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museo romantico

En medio de la vorágine y el trasiego que se respira en las calles Fuencarral y colindantes, se esconde un edificio en la calle San Mateo (el número 13) que pasa desapercibido a los que transitan por allí, movidos por las compras y los innumerables cafés y restaurantes modernitos de la zona: el Museo del Romanticismo, ideal para aquellos que busquen un lugar escondido y lleno de encanto en pleno centro de Madrid.

En una visita cortita (reconozcámoslo, los museos enormes dan pereza y exigen una planificación previa en lo que a horarios se refiere) se puede retroceder hasta el siglo XIX y conocer más a fondo el movimiento romántico en España, gracias a su completísima colección. 

Lo verdaderamente atractivo y lo que considero que lo hace tan especial, es que se trata en realidad de una Casa-Museo tan auténtica y bien conservada que da la sensación de que los inquilinos, vestidos de época, van a aparecer de un momento a otro paseándose por las múltiples salas y estancias que conforman este lujoso edificio.

Alberga auténticas obras de arte, pero a mí lo que me gusta es el conjunto, formado por el mobiliario, las exquisitas piezas, la riqueza de las telas, los frescos, las alfombras… Todo ello crea una atmósfera inigualable en contraposición a las impersonales salas de los grandes museos. La posibilidad de trasladarte a otra época gracias a que se trata de un edificio completamente amueblado lo convierte en visita obligada para los amantes del arte y la cultura.

El comedor y la sala de juegos de los niños son una auténtica cucada, y qué decir de la sala tapizada completamente en unas deliciosas telas rosas y presidida por un maravilloso arpa… Son tantos los detalles (el abanico de plumas, las increíbles joyas, el juego de té rosa y dorado, la sala árabe…) que sería imposible enumerarlos.

Mejor comprobarlo por uno mismo y deleitarse en esta maravilla de la que aún muchos no conocen su existencia.

Y como el esfuerzo intelectual da hambre, todo hay que decirlo, el Museo cuenta con el Café del Jardín, un remanso de paz súper coqueto al que se puede ir sin necesidad de visitar el Museo y pagar entrada. Hace tiempo que no descubría un lugar tan tranquilo y romántico (obligado ir en pareja), aunque teniendo en cuenta el nombre del museo, no cabe esperar menos. Por muy poquito dinero además, se puede degustar una gran variedad de tés, cafés y sándwiches en medio de un frondoso jardín con fuentecita y bancos íntimos incluidos. También tengo que destacar la tienda; como toda tienda de museo, los precios no son precisamente asequibles, pero lo que se vende allí es tan coqueto y femenino que muchas, como yo, se volverán locas. La visita finaliza con una mansión de la época en miniatura, que a ciertas horas está iluminada y permite asomarse a su interior y terminar de forjarse una idea completa de la estética y la vida cotidiana decimonónica.

En fin, una auténtica monada, como el Museo en sí. Y es que no sólo de restaurantes y tiendas vive Madrid; por suerte también podemos disfrutar de joyas como ésta.

De un museo siempre se puede ampliar información; si quieres, puedes hacerlo en su página web.

2 Respuestas a “Museo del Romanticismo”

  1. Javito dice:

    Es genial, y el café del jardín super coqueto!
    Saludos.

    • admin dice:

      Mil gracias por tu comentario, Javi. Es cierto, muchas veces nos olvidamos de que aparte de los miles de restaurantes, tiendas, bares etc. de Madrid, hay otro tipo de sitios igual de geniales que están esperando a ser descubiertos… Un abrazo

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