Perderse en las calles laberínticas del Madrid de los Austrias es un seguro de encontrar rincones con encanto a la vuelta de cualquier esquina o en lo alto de una empinada calle empedrada. Para mí es una de las zonas más mágicas de la capital y me ha ofrecido algunos de los descubrimientos culinarios más sorprendentes y gratificantes de este último año. El que más, tuvo lugar en el número 17 de la calle Segovia, donde desde hace poco tiempo se puede disfrutar de la imaginación desbordante, la originalidad y los juegos gastronómicos del joven Chema Soler, que abandonó los fogones de Salterius para dedicarse en cuerpo y alma a su pequeño y céntrico comedorcito, experimentando y dando continuas vueltas de tuerca creativas a algo tan nuestro como es la croqueta.
La croqueta… ese cañí y calórico bocado rebozado tan fácil de comer y tan pesado de preparar del que pensábamos sólo podía embucharse de besamel, jamón o los restos del cocido. Quien quiera desmitificarlo no tiene más que visitar los fogones de Chema, que a los seis meses de la apertura ya le hicieron alzarse con el segundo premio del Campeonato de la Mejor Barra de Pinchos y Tapas de España (y eso que la barra está aún por llegar). En un íntimo y acogedor comedor decorado con mucho gusto y pocas pretensiones (imprescindible reservar), la encantadora María, pareja del chef, despacha con amabilidad y una gracia que no se puede aguantar sus experimentos e innovaciones, que no dejarán a nadie indiferente: croqueta de mejillón tigre y curry rojo, de sepia en su tinta gratinada, de cocido sobre hummus con matices picantes y crujiente de zanahoria o líquidas de queso, que hay que comer de un bocado.
Pero que nadie piense que la oferta se limita a estas delicias creativas. La frescura culinaria se extiende a ensaladas (“macetas”), cazuelitas y tapas diversas, geniales para compartir. Buena muestra de ello es el menú degustación Tapas Selectas, que Chema varía y confecciona a su antojo. Nosotros tuvimos la oportunidad de probar:
Un aperitivo de crema de calabacín, cebolla frita y helado de queso.
Tiradito de pez mantequilla marinado, rúcula y encurtido.
Turrón de foie sobre espuma de almendra y compota de higos secos (en la foto)
Lasagna de confit de pato con besamel de naranja.
Tortilla de alcachofas con gambas.
Cordero a baja temperatura con croqueta de queso gorgonzola y piña.
Croqueta dulce de tiramisú con queso mascarpone (en la foto)
Todo delicioso, todo. Ni un solo pero. Para los golosos como yo, los “croqueteos” del cocinero con el dulce merecen mención aparte: croquetas de chocolate con leche con bavarois de naranja o de galleta Oreo. Unos atrevimientos que dan como resultado una experiencia divertida y diferente. Y es que como hablaba con Chema en nuestra última visita, cuando uno pone ilusión y ganas en cualquier proyecto que se emprenda, los resultados espectaculares están asegurados. Gracias a los dos, chicos, por vuestra amabilidad y por fascinarnos en cada visita.
Para descubrir la imagen informal, juvenil y divertida de la Gastrocroquetería, así como para ampliar la info, visita su página web y el Blog “croqueteando en la cuisine du chef”.
muy guapo, sois unos craks
Gracias Matias, sin estas genialidades culinarias no se me ocurrirían estas ilustraciones.Un fuerte abrazo
Mil gracias por descubrirme este sitio, y creo que muchos más que iré poco a poco descubriendo contigo.
Ahh, que buena pinta tienen todas las croquetas, y ya viendo las fotos, ni te cuento!! Pero creo que la que probaré fijo es La Castiza, esa mezcla de cocido y hummus!! uhhhhhhhhhh, que ricoooo.
Mil besosss
Hola Nessa!! gracias por tu comentario guapa, te chivaré que la Gastro es uno de mis sitios preferidos de Madrid, ya he llevado a muchísimas gente y nunca falla. Es alucinante, no dudes en ir!! diles q vas de mi parte
Un besito grande.
Intenté ir este verano pero estaba cerrado…probaré en otoño a ver si hay suerte..ENHORABUENA por el dibujo es una autentica pasada!
http://foodstorming.wordpress.com